Hola queridos lectores. Hoy quiero hablaros sobre un tema que confunde, y es el del estadio ético-moral, que tiene diferentes sentidos en respecto a las dos palabras que lo fundamentan: ética y moral. El término “Ética” procede del griego eqoς, con una ambigüedad de sentidos. El concepto más antiguo
significa morada, residencia, lugar en el que
se habita; acepción que los filósofos adoptaron no para un lugar geográfico
determinado, sino para un lugar interior que la persona lleva en sí misma. Y el
sentido más común significa costumbre,
hábito, uso; acepción que, según la tradición, hace referencia al carácter
y a la forma de ser que desarrolla cada persona. La idea de carácter, viene
pues confirmada por la etimología del término “Moral” (del latín mos-moris)
que significa sentimientos, costumbres, carácter. Se deduce pues, que la ética tiene como objeto de estudio
la forma constante de ser, actuar y pensar, es decir, el carácter, el cual no
viene dado, sino que se desarrolla con la práctica, pues la práctica hace al
maestro. La ética es la
disciplina filosófica que estudia qué es lo bueno y qué es lo malo hablando
moralmente, una ciencia práctica que se pregunta sobre la felicidad, la virtud
y la moral, por lo tanto es un saber para la vida, una reflexión sobre cómo
vivirla. Nace en Grecia con el objetivo y la intención de adivinar qué es lo
que lleva al ser humano a convertirse en alguien justo, virtuoso, feliz y, en
definitiva, bueno. La moral es el conjunto de comportamientos, normas, principios
y valores que se consideran desde la bondad o la malicia, es decir, es el
conjunto de normas que rigen nuestra conducta. La moralidad es por tanto el
modo en que el individuo acepta y practica las normas morales. La moral y la
ética deben tener pues una relación mutua para que las reflexiones éticas
influyan en nuestros actos, ya que la ética se encarga del estudio de problemas
y de reflexiones teóricas para crear los sistemas éticos. La ética nos ayuda a
vivir mejor, aunque el principal objetivo es hacernos vivir bien, como seres
dotados de razón, podemos elegir, y con esto alcanzamos un equilibrio entre el
bienestar individual y el colectivo, ya que no somos felices del todo si ese
equilibrio no es el correcto. Para vivir bien, la persona tiene que llevar a
cabo su propio proyecto de vida, pero para esto es necesaria una “Educación
moral”, que proviene de las relaciones con la familia. La educación moral
tiene importancia por el control de la irracionalidad y la necesidad de
reflexión de nuestros actos. Pero ojo, no es lo mismo ética y moral, pues lo
primero responde a la pregunta de: ¿cómo vivir? Y lo segundo responde a la
pregunta de: ¿qué debo hacer?
En sus orígenes griegos, la ética y la moral significaba lo
mismo, pues el objetivo era convertirse en una persona sabia, feliz y virtuosa,
importando poco si se llegaba a eso de un modo u otro. Así pues, las éticas grecorromanas fueron éticas de la felicidad. Pero en la modernidad,
los filósofos se han preocupado más por el deber, la conducta y el
comportamiento, dejando el “soberano bien” de los griegos abandonado, pues
ahora se pretende más que nada ser más morales y menos éticos. Ésto vino desde la Ilustración y, sobre todo el alemán Immanuel Kant, quien introduce esta nueva concepción de ética de deber y justicia, la cual se irá desarrollando posteriormente hasta nuestros días.