Hola, queridos lectores, os saludo. Y es que hoy lo hago con el hercúleo motivo de proponer una solución al panorama socio-político del S. XXI, manchado de violencia, sangre y desilusión. Así pues, propongo que soñemos en la cima del idealismo y pensemos soluciones para el mundo que tenemos y convertirlo en el mundo que deberíamos tener. Fijado este concepto de mi idea, propongo una tipología de
gobierno que relacione tanto ética (plano individual) con política (plano colectivo)
para que éste se de de forma justa. Así pues nos encontraríamos que con una
mezcla de la moral grecorromana (de la felicidad) y la moral moderna (del deber
y de la justicia), existiría un líder para cada poder estatal (legislativo,
ejecutivo y judicial).
Ahora bien, esto es fácil
de decir, pero en realidad, ¿Cuál es el problema más frecuente? Que nunca está
aclarado el concepto de ese “líder” (quien trabaja con nosotros y nos motiva) y
termina siendo un “jefe” (quien nos hace trabajar solos y, por tanto,
desmotiva).
·
El poder
legislativo (el cual redacta y aprueba las leyes) debe estar encabezado por
un artista, es decir, un “técnico”, que gracias a su capacidad
productiva de objetos estéticos, cree leyes estéticas. Lo “estético” en este
contexto se refiere a que otorgue unas sensaciones positivas, que la gente al
saber cuales son las leyes que rigen su Estado, disfrute como quien ve una obra
de arte, ya que saben que son justas, más o menos, ya que nunca llueve a gusto
de todos. Su virtud debe ser la creatividad.
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El poder
ejecutivo (el cual ejecuta las leyes que pone en marcha el artista) debe
estar encabezado por un líder en su sentido más puramente estricto. Su
virtud debe ser la profesionalidad. Sus características serían cuatro:
- Comunicación: Debe saber tanto decir las cosas claras como
escuchar al resto.
- Inteligencia emocional: Debe saber manejar tanto sus emociones
propias (para no corromperse) como las ajenas (para poder motivar a su pueblo
en el arte del pensar).
- Espíritu crítico: Debe tener una visión de los logros futuros,
saber planificarlos, y tener la capacidad de mando y orden (tanto personal como
social) para ir llevándolos a cabo.
- Carácter: Debe tener, sobre todo, carisma y competitividad, para
que sea respetado y su pueblo no piense que tiene a un mediocre como líder. Así
pues, debe ser un jefe moral y hacer crecer a su pueblo a nivel personal,
mediante el proceso motivacional.
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El poder
judicial (el cual aplica castigo o premio a quienes acatan o no las leyes)
debe estar encabezado por un filósofo, esto es, la persona que mejor
conoce los conceptos morales, y, por tanto, más apto para juzgar si una acción
es buena o mala desde la perspectiva de la ley tanto natural como positiva. La
variante que aquí está presente es que el poder judicial no sólo castiga (como
en la actualidad), sino que también premia a quienes velan por el mantenimiento
de este régimen. Su virtud es la justicia, entendida como dar a cada uno lo que
merece, tanto bueno como malo.
Pero, la pregunta del
millón es… ¿Cómo se implanta un estado así?
Muy sencillo, con una revolución a nivel nacional que acabaría con toda
la corrupción que se viene sufriendo desde tiempos inmemorables. En este
aspecto, la ética está en destruir lo que se viene dado como negativo. ¿Para qué
se iba a negar la naturaleza destructiva del ser humano si ya se destruye
constantemente en su interior como demuestra constantemente el psicoanálisis,
entre otros? Una vez derrocado el sistema corrupto o no, de una forma u otra ya
que en este caso el fin justificaría los medios, nos encontraríamos ante la
configuración de dicho Estado ideal que sería el primer paso para la aparición
del “nuevo mundo”, liderado por la libertad y la justicia, y, posteriormente,
por la paz dada por la erradicación de los problemas que posteriormente
analizaremos. Pero... ¿Cómo se eligen a dichos dirigentes? Por una votación popular a una serie de candidatos que hayan estado presentes en dicha revolución, nada más finalizarla. El sentido común de la gente decidirá al dirigente de cada uno de los tres poderes; por tanto, se elegirá bien porque ya se habrá visto la capacidad de lucha de cada uno de ellos. Aparte de ello, como todo, se tiene que confiar en que la elección estará bien hecha; y sino de vuelta al proceso de "revolución nacional", y así tantas veces como sea necesaria para la implantación del Estado ideal.
Ahora bien, ¿Cuál es el
objetivo de todo esto?
Crear un sistema político
que, respondiendo a caracteres éticos, alcance la justicia de un modo nunca
visto: el artístico. Así pues, pareciendo una sociedad rígida donde apenas hay
espacio a la espontaneidad, nos encontramos con todo lo contrario, la gente al
estar dirigida por tres líderes que saben motivar, serán felices ya que
exprimirían sus capacidades trabajando, cosa que con otros sistemas no hacían.
Y, en consecuencia de esta felicidad que aporta hacer lo que se quiere, los
ciudadanos seguirán queriéndoles como tales, aportando así estabilidad a la
historia de una nación, la cual sería imitada por otras, y así
sucesivamente hasta llegar a la felicidad política de todo el mundo, que con
igual forma de gobierno, pueda eliminar sus fronteras y llegar a establecerse
como un único Estado, justo y feliz, llamado "Planeta Tierra", cuyos
principales proyectos serían:
·
Derribar las
desigualdades económicas dentro de ese mismo Estado, que una vez conseguido,
sería dificil de mantener si este problema no se erradicase, teniendo así
en común una economía mundial justa y libre.
·
Derribar la
discriminación, ese trato injusto que implica faltas de respeto por raza, sexo
o religión, causado por el egoísmo de unos criterios socioculturales no pulidos
y un deseo de poder de gente corrupta.
·
Derribar la
violencia, pues no se podría vivir en un único estado mundial si dentro del
mismo habría guerras, es decir, conflictos armados ya sea por una causa u otra.
El conflicto aparece por la lucha por la existencia, atendiendo a elementos
objetivos (injusticia) o subjetivos (ideologías). Ante esto, el “nuevo ser
humano” necesita reorientar sus impulsos agresivos hacia cauces positivos.
·
Derribar los
temas tabú relacionados con la ética y la medicina. Los problemas y debates
relacionados con esto son dos: el derecho a la vida (aborto, eutanasia y pena
de muerte) y la ingeniería genética (que si no la controlamos, acabaremos por
convertirnos en máquinas al servicio de la tecnología).
·
Derribar los
problemas del medio ambiente (contaminación de aire y agua, acumulación de
residuos y desertización), pues es la biosfera el entorno en el que vivimos. La
única solución para esto es la ecología, la ciencia que estudia las relaciones
entre los organismos y ellos mismos y su medio. La conciencia ecológica ayuda a
este proyecto ya que aporta razones para proteger la biodiversidad: utilidad
(el mundo tiene material para medicamentos y alimentos, no hay que malgastar
esa ventaja), prevención (ante todo esto podemos llegar a desequilibrios
climáticos) y ética (tenemos la obligación moral de conservar lo que nos ha
llegado). Por otro lado, el consumismo y su exageración por parte de una
sociedad capitalista da también lugar a muchos problemas que erradicar.
Así pues, este cúmulo de
problemas se nos presentan como argumentos a favor del destrozo del mundo que
tenemos, y como argumento principal de caída del sistema político que
planteamos. Así que para combatir esto, esta sociedad motivada, feliz y formada
por su propio trabajo, con carácter crítico, puede emprender proyectos éticos
como la solidaridad; el igualitarismo; el pacifismo; las normas y la ética de
la ciencia, la tecnología y el ambiente; el mantenimiento y aplicación de los
Derechos Humanos como paradigma de reglas para una vida sin conflictos, a modo
de constitución del mundo; y, sobre todo, el cultivo del diálogo, que supone la
exposición de opiniones para intercambiar ideas y crear un clima interpersonal
soberbio.
Estas serían las labores del nuevo mundo, erradicar lo malo para
cultivar lo bueno, el dejar de un lado los constantes debates morales por su
olvido, el arrancar de raíz una planta con pinchos para cultivar flores. La
utopía del motivacionalismo que propongo es de elevado nivel, pero, si sabemos
hasta donde puede llegar la maldad humana, ¿por qué no probamos a ver hasta
dónde puede llegar la bondad?