Hola queridos lectores, bienvenidos una vez más de tantas. Hoy os quiero presentar un boceto de una nueva investigación metafísica llevada a cabo por mi, dadas las mayestáticas angustias vitales que sustentan las dudas que me conducen a escribir, como a todos y como siempre. Y es que la pregunta de la realidad no es nada fácil, así que empezaremos aludiendo a que a pesar de saber que el lenguaje no es un instrumento adecuado ni suficiente para representar la realidad (ya que al expresar una cosa a los demás, ellos se pueden hacer una idea distinta de lo que nosotros queremos transmitir, nunca se podría imaginar lo mismo el que escucha que el que cuenta, por las experiencias y el modo de filtrar el material sensible), creo que se puede clasificar dicha realidad en tres apartados:
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1. INSTANCIA COMÚN: Lo que conocemos todos.
Todas las personas, por el hecho de nacer con las mismas estructuras
innatas para el conocimiento, según como las desarrollemos filtraremos la
información sensible de una forma u otra, pero añadiendo particularidades. Pero
estamos de acuerdo en que hay cosas que sentimos (vemos, oímos, olemos,
palpamos, saboreamos…) todos. Es decir, si estamos viendo que un edificio está
siendo derrumbado, el concepto de que un edificio está cayendo es igual en un
toxicómano que en un catedrático; lo que cambian son las particularidades a la
hora de ver la realidad. Así pues, hay unos mínimos en la realidad que todos
conocemos o podemos llegar a conocer.
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2. INSTANCIA PROPIA: Lo que solo conoce uno mismo.
A partir de esas particularidades a la hora de sentir la realidad, el ser
racional desarrolla inconscientemente un mundo en su mente, una forma de ver
las cosas que sólo puede tener él (por su experiencia).
Este mundo interior incluye:
1. El filtro: Es el cristal con el que percibimos la realidad,
tanto exterior como interior, ya sean, por poner un ejemplo metafórico, unas
gafas verdes, lentillas moradas… etc. Ese cristal es de un modo u otro por
nuestras concepciones y conceptos, condicionados por el recuerdo.
2. El recuerdo: Es el cúmulo de pensamientos y sentimientos ya
vividos y elaborados, pero que quedan ahí. Es la experiencia, por así decirlo,
que condiciona ese cristal que ejerce de filtro de la realidad.
3. La creatividad: Es la imaginación. Podemos planificar y decorar
más nuestra habitación mental, añadiendo ideas nuevas. Es la que añade
felicidad o amargura al cristal, pues podemos ver las cosas de múltiples
formas: perspectivismo.
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3. INSTANCIA ONÍRICO-METAFÍSICA: Lo que no conoce
ni uno mismo.
Hemos visto que hay dos instancias de realidad: el mundo exterior y el
mundo interior. Pero, en nuestro mundo interior hay otra instancia, una
tercera, una caja negra a la que no podemos acceder más que mediante los sueños,
el inconsciente. Pero, ¿qué son los sueños? Según Freud, el áureo padre del
psicoanálisis, el cual defiende que a la hora de soñar existe un magno
determinismo inconsciente, los sueños son deseos reprimidos de una zona de
nuestra mente que no conocemos.
Según mi concepción renovadora, los sueños son una forma de conocimiento de
los ideales morales. Así como Platón (que sitúa las Ideas en un mundo
inteligible y exterior sólo pensable cuya luz es la Idea de Bien) o como San
Agustín de Hipona (que sitúa las Ideas en un cielo religioso y cristiano cuya
luz es Dios), yo sitúo las ideas de bien, belleza, verdad, justicia… en el
plano onírico. Así, nuestra alma hace un viaje interior a una realidad que no
sabemos explicar, los sueños, y ahí es donde conoce este cúmulo de ideas, y no
viajando a un mundo ficticio de arquetipos de realidad (Platón), ni viéndose
cara a cara con Dios (San Agustín de Hipona). Entonces, la labor de la metafísica no es otra que
descubrir a qué realidad nos vamos cuando dormimos.
¡Reflexionad y sed felices! Fdo.: Mario S.M.
¡Reflexionad y sed felices! Fdo.: Mario S.M.