¿Qué es la metafísica? Nada, no te preocupes. La “metafísica” es una palabra que nació con la impuntualidad de la pluma de Andrónico de Rodas, el sabio que en el siglo I a.C. editó y reordenó la obra de Aristóteles tres siglos después de que muriese allá por el siglo IV a.C. Sumergido en esta labor, llamó a los libros aristotélicos que estaban a continuación de los de física…: “ta meta ta fusika”. Literalmente traducido del griego helenístico, significa: “aquello que está más allá de la física”. Éste es su estudio. La metafísica es una disciplina encargada, en general, de designar conceptos que investigan sobre el conjunto global al que llamamos “realidad”, palabra por la que tanto nos preguntamos cuando miramos al cielo con un millón y más de preguntas ancladas en nuestra mente.
El problema es que hay infinitos tipos de interpretaciones de las cosas, tantos como cabezas pensantes. Entonces, ¿por qué se establece que algo sea válido o no? ¿por qué se establece que algo es verdadero y lo contrario es falso? ¿por qué se establece que la metafísica no es una ciencia más? Malditos juicios tontos. ¿Acaso los científicos de ahí fuera, prestigiosos por supuesto, tienen total certeza de que las cosas han sido, son como son y van a seguir siéndolo simplemente porque siguen siempre una fórmula infinita con infinitas variantes? La ciencia se ocupa de estudiar el mundo en tanto que se puede conocer por la gnoseología humana estrictamente; la metafísica se ocupa de estudiar lo que, en realidad, a nivel mucho más general, es la “cosa-en-sí”, el ser. Pero, un momento, ¿es necesario argumentar toda la historia de la filosofía para pensar la metafísica? ¿no conoces ya a grandes genios de esto como Parménides, Demócrito, Leucipo, Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Descartes, Hobbes, Hume, Locke, Kant, La Mettrie, Diderot, D’Holbach, Helvetius, Feuerbach, Hegel, Marx, Nietzsche, Wittgenstein, Collingwood, Strawson…? Aunque sólo se piense desde los grandes autores de la filosofía que esculpe el mundo y escribe su historia, y ésta sea una de las raíces de nuestra cultura, no es necesario saber sobre la historia de la metafísica para hacer metafísica. Ésta es hacerse preguntas e intentar contestárselas, si cabe la posibilidad, no hay más, incluso aquí el más tonto puede ser el más listo, el más torpe puede ser el más inteligente, el más loco puede ser el más lúcido, el más realista puede ser el más idealista, el más formal puede ser el más revolucionario… y todos los casos anteriores multiplicados por su opuesto, es decir, y viceversa.