Hola queridos lectores. En este artículo os voy a hablar sobre una corriente de pensamiento ético y moral encaminada a la constante libertad de creación personal. Y es que todo tiene un orígen. En 1905, nacería en Francia el filósofo que marcó el punto y
coma para la filosofía existencialista universal, Jean Paul Sartre. Este,
influenciado notablemente por los grandes Edmund Husserl (Creador de la teoría de la Fenomenología) y Martín Heidegger,
empezó desde pequeño a tratar la filosofía desde un punto de vista diferente,
el existencialista. Aparte de ser filósofo, también fue novelista, dramaturgo y
crítico (“No hay necesidad de fuego, el infierno son los otros”), muy
comprometido con la filosofía de izquierdas, por la cual en 1964 rechazó el
premio Nobel de literatura. El existencialismo es una filosofía del siglo XX,
basada en el individualismo como forma de vida y en la pérdida de los grandes
ideales tradicionales. Según esta corriente filosófica, el ser humano está
solo, abandonado a la ineludible necesidad de tener que realizarse hasta el más
pequeño detalle. En este desamparo en el que se encuentra la persona, a pesar
de todo tiene que vivir, ser capaz de tomar decisiones para poder seguir
existiendo. La persona auténtica es aquella capaz de aceptar la cruda realidad
y actuar en consecuencia, puesto que el ser humano es el dueño de su vida y su
vida son los actos que realiza, pues fuera de esto, no hay más, acaba la
existencia. Como ventaja y algo positivo, la persona es libre, tiene total
libertad de sus actos puesto que es un proyecto que se va haciendo. Las
decisiones tomadas librementes conforman el proyecto de vida que se quiera
llevar posteriormente, así que se pasa a tomar el rol de inventor de valores
universalmente válidos. Al estar “Condenado a ser libre”, la libertad es el
valor máximo, puesto que hay que tener responsabilidad total de los propios
actos, puesto que nuestra libertad de elección compromete a toda la humanidad.
Los actos que realizamos son modelos de comportamiento para mí mismo en otra
ocasión, y para los demás. El problema de todo esto es que, para Sartre, “El
cobarde es el que se cobija tras las normas”, y si la persona busca la
autenticidad sin hacer caso a ninguna norma externa, puede iniciar una conducta
criminal, puesto que una persona puede ser muy auténtica y seguir las
indicaciones de su conciencia moral al ocasionar un atentado. Grandes obras de
carácter filosófico de Sartre, fueron:
El
ser y la nada,
El existencialismo es
un humanismo y La Náusea.
“Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra que le orienta; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa, pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar el hombre.”
(J. P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo, Trad. V. Prati. Barcelona, Orbis, 1984, pp. 68-69).
J. P. Sartre.
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