21 de agosto de 2012

Escuelas Helenísticas Griegas

Hola queridos lectores, os saludo. Hoy os voy a pegar aquí un pequeño fragmento sobre el libro de investigaciones filosóficas que estoy llevando a cabo, y que trata sobre el análisis de las éticas, tanto materiales como formales (heteronomía y autonomía moral), que han ido evolucionando con el paso de los años hasta la actualidad.
El fragmento de hoy, hará referencia a las escuelas helenísticas que se desarrollaron en Grecia entre los siglos IV, III y II a.C y que, aunque siguieron teniendo gran influencia sobre las éticas del medievo, modernas y contemporáneas, la hegemonía del pensamiento filosófico, ya no volvió a ser la que era. Aquí va:

"[...] Aristóteles fue el maestro del gran conquistador Alejandro Magno. Y es que la derrota de Atenas por Filipo II de Macedonia en el año 338 a.c. provocó la aparición de una etapa histórica conocida como el Helenismo, que duraría hasta el año 30 a.C., año en el que el emperador romano Octavio Augusto conquistó Egipto tras ganar la Batalla de Accio y provocar el suicidio de Cleopatra VII y Marco Antonio, los cuales eran amantes. Alejandro Magno fue el discípulo de Aristóteles porque en el 343 a.C. el rey de Macedonia Filipo II invitó a Aristóteles a hacerse cargo de la educación de su hijo Alejandro, que entonces contaba trece años de edad y que probablemente dejaba ver ya en su carácter la inteligencia y audacia que demostraría en los años posteriores. Filipo deseaba para su hijo y heredero una esmerada formación, un buen dominio de la paideía, de la cultura y educación helenas, mejor que la que él mismo había tenido en su semibárbara Macedonia, y por eso deseaba procurarle un preceptor de gran altura intelectual. La relación que a lo largo de tres años mantuvieron Aristóteles y Alejandro ha dado lugar a buen número de interpretaciones contrapuestas. Una de ellas es la expuesta por Hegel en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Para el gran filósofo alemán, Aristóteles “no menoscabó la espontaneidad de la gran naturaleza de Alejandro, pero le imprimió la profunda conciencia de lo verdadero y formó con el espíritu genial de su discípulo un espíritu plástico, semejante a una esfera que flota libremente en el éter […]. Platón no educó a ningún estadista, pero Aristóteles hizo un verdadero rey, que imperó, como guía y caudillo, sobre su ejército y sobre toda Grecia. En el extremo opuesto se sitúa el juicio de Bertrand Russell, quien en su Historia de la filosofía occidental afirma: “Supongo que su influencia fue nula. Alejandro era ambicioso y apasionado, se llevaba mal con su padre y, probablemente, era impaciente en el estudio. Aristóteles creía que ningún Estado debía tener más de cien mil ciudadanos y predicó la doctrina de la dorada mediocridad. No puedo imaginar que Alejandro considerara a Aristóteles de otra manera que como un viejo prosaico y pedante, impuesto por su padre para que no hiciera travesuras […]. En conjunto, el contacto entre estos dos hombres parece haber sido tan estéril como si hubieran vivido en mundos distintos”. En este período helenístico, la filosofía griega entró en una etapa en la que el individualismo era la forma de vida básica. Las escuelas helenísticas trataban a la filosofía de manera distinta por el contexto histórico en que se desarrollaron. La filosofía dejó de ser un estudio de los principios de la naturaleza humana, sino que se convirtió en una doctrina de obligado aprendizaje que intentaba ofrecer modelos de vida que permitiesen orientarse, modelos de comportamiento para los habitantes del gran territorio que ahora abarcaba Grecia gracias a las conquistas de Alejandro hasta la India, lo que provocaba más mutua desconfianza dentro de esas tierras conquistadas, lo que justifica ese individualismo extremo. Todas las filosofías de la época helenística comparten la común circunstancia histórica de la desaparición de la polis como forma de organización y de vida, y la gran conmoción que ello supuso en sus habitantes. Ante este individualismo como forma de vida, surgieron teorías éticas materiales, obviamente, solo válidas para uno mismo y no para el resto de sociedad. Así, de esta manera surgieron tres escuelas helenísticas que trataban lo bueno desde puntos de vista diferentes, dando lugar a diversas teorías éticas: Hedonismo, Estoicismo y Cinismo. La primera escuela fue la del Hedonismo. Se le llama hedonismo porque hedoné es “placer” en griego. Hay dos corrientes diferentes del hedonismo: Clásico y Epicúreo. El hedonismo clásico tiene su máximo representante en Aristipo de Samos, creador de la escuela cirenaica, puesto que Aristipo era de la región de Cirene y de la ciudad de Samos. Él que opina que el mejor placer es el placer momentáneo. El placer momentáneo daba miedo en aquel entonces ya que se consideraba un placer violento, pero Aristipo alude a que el placer es un bien, aunque provenga de métodos impuros. En el hedonismo clásico destaca el dicho Carpe Diem (Disfruta el momento), ya que el placer debe ser momentáneo, hay que aprovechar el momento y disfrutarlo todo lo que se pueda, porque puede que al día siguiente ya no se pueda. Nada en sí es bueno o malo, esto es error nuestro porque juzgamos las cosas por la costumbre, la cual nos hace juzgar las cosas como buenas o malas. En contraposición se encuentra el Hedonismo Epicúreo. El hedonismo individualista es el Epicureísmo, del profesor de escuela de Atenas, Epicuro, profesor en su huerto cercano a Atenas, que en realidad se convirtió en una de las más grandiosas e imperantes escuelas helenísticas llamada “El Jardín”. Para él, la verdadera felicidad se encuentra en el placer, pero un placer moderado y duradero, que deje el alma tranquila, provocando el alejamiento de los placeres violentos que turben el juicio de la persona. Los tipos de deseos epicúreos son los naturales y necesarios como por ejemplo la comida y la bebida, los naturales y no necesarios como por ejemplo una comilona (Deben moderarse mediante la prudencia) y los que son ni naturales ni necesarios, como el lujo, la gloria, el poder…
El sabio bueno y virtuoso es el que goza de los placeres que nos impone la naturaleza, sin buscar nada más de lo que esta misma nos puede regalar. Hay que saber limitar los propios deseos, por eso se distingue un hedonismo del otro. El ideal de vida es una vida tranquila, sin excesos en nada y sin participar en la vida de la sociedad contemporánea, lo que provocaría una ausencia de perturbación. A esta ausencia de perturbación se le llama Ataraxia, el estado mental del individuo que no tiene miedo ni a los dioses ni a la muerte, sino que está tranquilo viviendo encontrando sus placeres elegidos. El sentimiento abstracto más importante para Epicuro es la Amistad, una única relación entre seres individuales, una relación libre y natural a su vez. Las perturbaciones del placer ya pueden ser corporales o anímicas, pero siempre el objetivo es el mismo, el placer, por eso consiste en una ética material. Acompañada cronológicamente a esta escuela, también surgió el Estoicismo. Esta escuela estoica fue fundada por el filósofo griego Zenón de Citio hacia el 322 a.C, y otros filósofos influyentes fueron el griego Epicteto, y los romanos Séneca y el emperador-filósofo Marco Aurelio. Se llamó así porque proviene de la palabra Stoa, puerta del Ágora, lugar donde se reunían sus integrantes. Tal vez fue la más influyente corriente filosófica del Helenismo, aunque después esta corriente tuvo fuerte influencia en el Cristianismo del Medievo, aunque ha influido también mucho en los siglos XVI y XVII, y sobre todo ha tenido gran peso intelectual en el moderno existencialismo. La base teórica de esta ética reside en la afirmación de que todo en la naturaleza está sujeto a una ley universal, ya que nada puede escapar a la necesidad de la naturaleza. La virtud no es un medio para la felicidad, sino que es un fin último, ya que la virtud es felicidad. La gran virtud es la conformidad del hombre con el Logos, que ordena el mundo y nos marca un destino que a veces es difícil de interpretar, pero que una vez interpretado y aceptado, nos provoca armonía y felicidad. Por tanto, el resultado de esta ley universal, es el orden establecido, lo que solemos calificar normalmente como Destino, que en cuanto dirige todo a su fin pasa a llamarse Providencia. En medio y mitad de este destino, al ser humano no le queda otra posibilidad que aceptar la cruda realidad y colaborar aceptando vivir en conformidad con la naturaleza. Ni los bienes ni los males son nada en si, son simples concepciones que cada uno tenemos en la cabeza, así que ni deben ser buscados los primeros, ni deben ser evitados los segundos, puesto que ambas concepciones son indiferentes a nosotros, es cosa del orden que nos marca la naturaleza. Por tanto, la conclusión es que la felicidad se consigue al aceptar el propio destino sin querer modificarlo, ya que hay que comprender la relación entre la naturaleza y el ser humano.
Esta aceptación del destino nos lleva a ser sabios virtuosos. El ideal de todo esto es la Apatía, que consiste en la liberación de las cosas que nos puedan hacer vulnerables, tales como placer, deseo, aversión, miedo…Esto se consigue utilizando la razón, puesto que solo ella nos puede guiar a la verdadera comprensión de nuestro destino. Las grandes ideas estoicas se resumen en la fraternidad universal, la igualdad entre todos los seres humanos y la ausencia de fronteras entre países dando pie a un fuerte cosmopolitismo. Este sistema ético llegó a su fin en el 429 a.C oficialmente.
Paralelamente pues a estas dos teorías éticas materiales, se encontró la Escuela de Cinismo, de la que surgieron los Cínicos. Esta escuela helenística fue fundada por el griego Antístenes, pero el filósofo más influyente fue el conocido Diógenes de Sinope. Se les llama Cínicos porque proceden de la palabra griega "kynikós", que significa perruno, puesto que estos defienden la vida en armonía con la naturaleza, ya que piensan que no necesitan nada del resto de comunidad humana. Por tanto, estas personas se alejan de las necesidades supérfluas propias de la vida en sociedad porque piensan que el resto de personas, son simples elementos absurdos y artificiales que se han puesto ahí para hacernos la vida más dificil, entonces lo ideal es llevar una vida sencilla y austera en conformidad con la naturaleza. [...].

 
Grandes estados helenísticos en el mundo antiguo

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