20 de julio de 2012

Dos sistemas éticos materiales que cambiarían el mundo: Utilitarismo y Eudemonismo.


Queridos leyentes, hoy tengo el honor de escribiros acerca de Filosofía, en concreto sobre el campo de la ética, que trata sobre el comportamiento moral del ser humano y sus justificaciones. Voy a exponer dos sistemas éticos materiales (Los que establecen unas pautas para conseguir un fin), en contraposición a los sistemas éticos formales (Los que establecen que lo que debe mover al ser humano a actuar bien es la conciencia moral, que es racional, obrando desinteresadamente por el simple hecho de que los actos son buenos para la sociedad, o al menos para uno mismo). Aquí van dos corrientes éticas materiales:

La felicidad se encuentra en hacer felices a los demás
A esta teoría ética se le llama Utilitarismo. Fue una teoría desarrollada durante los siglos XVIII y XIX en Inglaterra. El momento histórico hacía referencia sobre todo a un hecho importantísimo a nivel económico, político y social como fue la Revolución Industrial, que ya se hacía notar hacia 1780 en este país y sobre todo también en Bélgica. También se estaba luchando en todo el mundo por la erradicación del antiguo régimen como consecuencia de las ideas políticas y económicas de la Ilustración, destacando la teoría de la soberanía nacional de Rousseau, la teoría de la División de Poderes de Montesquieu y las teorías de Quesnay y Adam Smith en cuanto a Fisiocracia y Liberalismo económico. El principio fundamental del sistema es “Alcanzar la mayor felicidad para el mayor número de personas”, entendiendo por felicidad “El placer y la ausencia de dolor”. La principal diferencia entre el Utilitarismo y el Hedonismo es su carácter social. Prima sobre todo la utilidad o el interés como fin último de la actividad ética, es decir, que la característica principal de la teoría es el Altruismo, procurar el bien de los demás aun a costa del propio. En este campo han destacado dos importantes filósofos ingleses, los cuales han dado lugar a diferentes concepciones del Utilitarismo. Jeremy Bentham (1748 - 1832) pensó que la utilidad era la propiedad de cualquier objeto de producir placer, beneficio o simplemente felicidad. Hay que procurar el interés general para poder tener placer personal, para eso hay que procurar la mayor felicidad posible al mayor número de personas posibles. Las acciones se determinan como beneficiosas o defectuosas en medida de cuanta felicidad provoque a la colectividad. Formuló como primera ley de la ética el llamado Principio de Interés, según el cual el hombre actúa siempre movido a costa de sus propios intereses, que se basan en la búsqueda del placer y el abandono del dolor que nos provoca la mente y el cuerpo. El dolor y el placer son “los dos señores soberanos” que la naturaleza nos ha impuesto a todos los seres humanos. Pero si esta búsqueda de placer y huída del dolor se convierten en simples normas individuales, actuaríamos egoístamente. Por ello, él pensó que era necesario que en la sociedad estuviese vigente un Principio de Felicidad, para evitar esto. Equivalentemente al Principio de Interés, el Principio de Felicidad debe asegurar la mayor cantidad posible de felicidad para el mayor número de individuos. La moral es una aritmética de placeres que hay que ordenar para que la balanza de la vida se incline hacia lo bueno, y no hacia lo malo. Sin embargo, John Stuart Mill (1806 - 1873) pensó que el utilitarismo merecía un carácter más social, porque hay que procurar el bien por su valor como útil, el valor de lo bueno en sí mismo, y no por las ventajas que pueda dar a nuestra persona, puesto que así seríamos un tanto egoístas. El objetivo final de esto es la felicidad de la humanidad. Él defiende la prioridad de los aspectos cualitativos ante los cuantitativos, es decir, se prefiere que la felicidad sea muy buena una vez, a que sea pequeña felicidad muchas veces. Esto no contradice para nada el Principio de Utilidad, ya que es verdad que hay placeres más deseados y valiosos que otros, por ley de vida. Defiende la superioridad de los placeres intelectuales frente a los sensoriales, y por este cúmulo de causas, se distancia mucho de su predecesor Bentham, al crear otra corriente filosófica dentro de la misma teoría ética. Mill alude a que la humanidad tiene unas calamidades como son la pobreza, la ignorancia y la enfermedad, las cuales se curan con legislación, educación y medicina. Esta teoría ética ha tenido gran influencia en la contemporaneidad, sobre todo en las economías del bienestar, a las que aspiran las democracias modernas, entre las que se sitúa en un lugar destacado la Unión Europea, diferente de la CEE desde el tratado de Maastricht.

Jeremy Bentham

John Stuart Mill

La felicidad se encuentra en intentar conseguir la perfección de nuestra naturaleza
A este sistema ético se le llama Eudemonismo Aristotélico, puesto que eudaimonismo significa felicidad en griego, y la teoría ética fue creada y desarrollada por el discípulo de Platón (427 a.C. – 347 a.C.), Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) . Él piensa que el hombre es un ser que siempre está realizando acciones para conseguir múltiples fines, pero por encima de todos ellos prima un fin, un fin último, la felicidad. La felicidad es el fin último porque al fin y al cabo unifica a todos los demás, y respecto a ese fin, el resto solo son fines particulares, o simplemente medios para alcanzar este principal fin. Como fin último, la felicidad se caracteriza por valerse por sí misma (Autarquía), no cabe añadirle nada porque es inmejorable como sentimiento (Perfección), y constituye además la más elevada y propia actividad del ser humano dentro de su escala de valores original, en la cual este ser humano encuentra su realización plena (Excelencia). Ahora bien, la felicidad se consigue por la actividad del alma, ya que la actividad más propia y característica del ser humano es la de pensar en conformidad con la razón. Esta actividad del alma se lleva a cabo mediante la búsqueda que provoca la perfección de la razón, y eso nos hace ser buenos, porque somos seres racionales. Esta perfección de la razón la da la contemplación, el ejercicio de ser pensativo. La contemplación intelectual es la mayor fuente del gozo humano y nos lleva a lo que se conoce como Virtud, que es la disposición permanente a elegir lo más adecuado para nuestra buena vida y la búsqueda de la propia felicidad que todos merecemos por el hecho de vivir. La elección sobre qué es lo bueno para nuestra felicidad viene dado por la razón, pero esta elección requiere moderación, constancia y no dejarse llevar por el deseo, sino que hay que usar la prudencia. La Virtud viene determinada por la razón y la consideración práctica de lo que haría un hombre realmente inteligente, ya que es un término medio alcanzado con prudencia. Alcanzar la felicidad también requiere algunas condiciones externas que puedan ayudar a la persona a realizar este alcance, tales como salud, fortuna, fama, poder…que aunque no hacen al hombre feliz, lo ayudan. Así es que la Felicidad lleva a la Virtud, esta a la Perfección y esta a la realización de una esencia humana ideal. La Virtud para Aristóteles puede ser de dos tipos: Intelectual o Ética, y en caso de que la virtud fuese ética, debería tratarse en el campo de la Política. No cabe un bien particular y aislado con un bien común, el hombre es un animal político cuya vida carece de sentido dentro de la polis (Ciudades-Estado de la Grecia clásica). Solo cabe el desarrollo moral y la posibilidad de alcanzar la actividad en que consiste la felicidad si esto se lleva a cabo en armonía con la sociedad. La Polis, aparte de ser Ciudades-Estado de la Grecia antigua que alcanzaron su máximo apogeo en el periodo Clásico, eran comunidades éticas que educaban a los ciudadanos para que estos alcanzasen la virtud y la justicia.

Busto de Aristóteles, creador del Eudemonismo Aristotélico

Busto de Platón, filósofo muy influyente, igual o más que su alumno Aristóteles.

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