10 de septiembre de 2012

Planteamientos filosóficos del Medievo y la Modernidad.

Hola queridos lectores, hoy establezco aquí una continuación al anterior artículo de las Escuelas Helenísticas, puesto que directamente después de estas, vienen las éticas de la Edad Media, periodo comprendido entre el 476 (Fecha de caída de la capital del Imperio Romano de Occidente) y las otras tres fechas relevantes como fueron 1453 (Fecha de caída de la capital del Imperio Romano de Oriente), 1492 (Fecha del descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón), y 1517 (Fecha de inicio de la Reforma Luterana). La filosofía de la Edad Media es la centrada fijamente en le religión, cristiana en este caso. Después de diez siglos de plenitud medieval, llegaría el Renacimiento, la Ilustración y los planteamientos de la modernidad, de los cuales, en este fragmento, solo hago mención al Formalismo Kantiano. Este es un fragmento del libro que estoy llevando a cabo:

"Durante los siglos posteriores la filosofía se desarrolló a un nivel diferente, puesto que en la Edad Media, la filosofía se identifica con la Religión, es decir, con el Cristianismo. No se puede identificar Religión con Moral. Es verdad que todas las religiones cuentan con prescripciones morales para orientar la vida de sus adeptos y que, históricamente hablando, se puede decir que las actitudes morales son de raíz religiosa y solo más tarde se han formado códigos y sistemas morales explícitamente filosóficos. Este caso, por tanto, también es el de la ética cristiana, la ética de la salvación. El cristianismo, es en concreto una religión que sostiene una concepción de Dios como creador y padre providente de todos los seres humanos, a los cuales nos ofrece una salvación, a través de la figura de Jesús de Nazaret. Esta salvación se paga con nuestra colaboración constante a hacer un mundo mejor mediante la adopción de unas buenas acciones y actitudes morales. Esta dimensión moral es inseparable del mensaje cristiano, cuyo contenido ético fndamental es el mandato del amor a Dios. Pero también ese amor se debe dar a la sociedad, al prójimo, puesto que tal y como dijo el evangelista Juan en su primera carta “Quien no ama a su hermano a quien ve, difícilmente puede amar a Dios a quien no ve”.
Tras una serie de transformaciones en esta religión y tras severas ideologías, surgieron dos concepciones sobre el buen cristianismo, las cuales se resumen en el Voluntarismo (San Agustín de Hipona) y el Intelectualismo (Santo Tomás de Aquino). El sistema ético se basa en el amor al prójimo entendiendo la divinidad y la existencia de Dios y su mensaje. El ser humano es el centro de la creación que ha hecho Dios, por eso somos distintos a los demás seres vivos. La felicidad entonces, se alcanza cuando nos unimos con Dios y creemos en la vida eterna después de la muerte. La vida en la tierra es solo una etapa en la que hay que sembrar amor en los corazones de la gente, como buen cristiano que cumple los mandatos de Jesús. Los aspectos afectivos del comportamiento se basan en virtudes como son la fe (Creencia en Dios), la esperanza (Confianza en la vida eterna) y la caridad (Amor fraternal entre personas). Centrándonos en las dos corrientes filosóficas que se dieron, primero vamos a tratar el Voluntarismo Agustiniano que tiene como inspirador a San Agustín de Hipona. Él piensa que la naturaleza humana ha sido creada buena por Dios, pero fue hecha mala por el pecado. Como consecuencia, el ser humano, en su origen, debido al pecado ha perdido la rectitud moral y con ella la felicidad, pero no perdió la voluntad de ser feliz. La libertad no es elección del mal, sino para el bien. Esta libertad se ha perdido por el pecado, pero Dios debe hacer que la adquiramos de nuevo para tener felicidad y libertad (libre albedrío). Por eso, la voluntad del ser humano debe ser ayudada por Dios, mediante la fe, salvación que Dios nos da a todos no por nuestros méritos, sino por nuestra confianza y deseo de felicidad.
En cambio, la corriente intelectualista (Intelectualismo Tomista) de Santo Tomás de Aquino, sigue el intelectualismo de la filosofía griega que consideraba a la razón rectora de todo conocimiento. La influencia grandísima que provocó Aristóteles en este filósofo se dejó ver porque, en coincidencia, también Santo Tomás aludía a que el objetivo de la actividad moral es alcanzar la perfección que corresponde a la naturaleza humana. Él considera que el hombre tiende naturalmente a la felicidad y el análisis de la naturaleza humana es el que nos permite conocer a la perfección las normas morales que se encargarán de regir nuestra propia moral y personalidad. Uno de los primeros principios morales se basa en el precepto “Haz el bien y evita el mal”. La corriente intelectualista entiende por bien todo aquello que todos buscan y esperan conseguir, todo aquello que la razón descubre como propio del ser humano. La manera con que actúan las cosas es así porque así se lo ha impuesto el destino, es su ley natural. La felicidad que el ser humano puede conocer y alcanzar en la vida es la perfección, o felicidad natural, pero está llamado a la felicidad constante. Para conocer y conseguir esto, la razón necesita la ayuda de la fe, porque la felicidad completa solo se puede encontrar en Dios. Santo Tomás concedió una atención muy particular a la Moral Política. Las acciones del gobierno han de ajustarse a los principios universales éticos. La justicia, que consiste en dar a cada uno lo que se merece, garantiza el bien común cuyos objetivos son la paz, la moralidad y los medios necesarios para vivir una vida corta pero a la vez intenta y llena de paz, felicidad y amor. La contemplación de Dios es el fin último del ser humano y la felicidad completa se basa en esta contemplación, que nos hace ser buenos fieles seguidores de la ley natural, algo parecida a la escuela helenística estoica. Las teorías éticas que entran en el periodo de la Modernidad, comienzan por el elocuente filósofo francés del Renacimiento, René Descartes, a quien se le considera padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, aparte de uno de los más destacados pensadores de la Revolución Científica. Fue el creador del conocido Racionalismo (Concebir las cosas en conformidad con la razón), y completo adversario de los filósofos empiristas, los cuales defendían lo contrario, que las cosas deben concebirse en conformidad a los sentidos y a la experiencia. Descartes propone una moral provisional, con varias reglas para ser feliz, ya que es el último fin humano. Hay que seguir las leyes y costumbres del país, ser firmes y tenaces con las decisiones tomadas libremente, aceptar con buen ánimo los avatares de la vida, y sobre todo revisar las diferentes ocupaciones a que se dedican los hombres para elegir la mejor felicidad. Como uno de los mayores antagonistas al sistema filosófico de Descartes (conocido universalmente con su frase “Pienso, luego existo”), destaca el empirista inglés David Hume. Este filósofo simplemente defendió que la moral deriva de la inclinación y del sentimiento. El fundamento del valor que atribuimos a las virtudes reside en su utilidad (tanto individual como social), y en que nos resulten agradables a nosotros mismos o a los demás. Junto al egoísmo personal, existe un sentimiento natural de empatía (el hecho de ponerse en el lugar del otro), pues la felicidad individual es inseparable de la colectiva, lo que se ve reflejado con el emotivismo (parte de la metaética que sostiene que los juicios de valor proceden de las emociones individuales y entonces el fin será persuadir a los demás para que sientan como sentimos nosotros) y el utilitarismo (procurar el bien a la sociedad para ser felices por nosotros mismos y aparte por hacer el bien) morales. El supuesto contrato social no explica la formación de las sociedades (en contraposición a Locke), sino la utilidad de las instituciones del momento histórico. En su ética también abunda la política y él alude a que el Positivismo Jurídico es relativo, no hay que buscar la legitimidad del poder perfecta, sino que el poder se va legitimando a partir de sí mismo mediante revoluciones, insurrecciones militares, golpes de estado, conquistas y un largo etcétera. La modernidad y los planteamientos contemporáneos tienen una serie de características como son la aparición de viejas tendencias ético-cívicas, el surgimiento de nuevos problemas planteados por cambios sociales, técnicos, científicos y un largo etcétera, y sobre todo por la especial atención a virtudes humanísticas, tales como el conocimiento, la solidaridad y un largo etcétera.
La reflexión ética del Siglo XVIII se centra en la Ilustración, etapa de máximo esplendor de la cultura europea, que comenzó por desarrollarse principalmente en Francia, aunque se fue extendiendo por todo el resto de continente, la cual tenía las raíces en los pensadores racionalistas y empiristas del siglo anterior. El pensamiento ilustrado se basaba en la razón como instrumento crítico dirigente de todo conocimiento humano para la comprensión científica de todo cuanto nos rodea, y el espíritu crítico, lo que se desarrolla con el ejercicio de la razón y que puede poner en tela de juicio moral todo aquello que no se corresponda con el entendimiento razonable. Las aportaciones de la Ilustración constituyeron un frente de oposición para las instituciones del Antiguo Régimen, frente al que los ilustrados se mostraron críticos y revolucionarios, aparte de expansionistas de la revolución cultural, que pretendía el progreso y la modernización de la cultura occidental. En 1751, los filósofos ilustrados Diderot y D´Alambert fundaron la Enciclopedia para educar al pueblo, puesto que ese era el mejor remedio para erradicar el absolutismo, aunque esta fue rechazada por los defensores del pensamiento tradicional. Las personas debían ser capaces de leer, escribir, tener sus propias ideas y tener la capacidad de manifestarlas, y así fue, pero hubo otros tres filósofos que también influyeron mucho en estos pensamientos revolucionarios: Voltaire (Trató sobre las relaciones entre ética individual y social), Montesquieu (Trató sobre las relaciones entre ley moral y ley política) y Rousseau (Trató a la naturaleza y a la sociedad como conceptos totalmente opuestos). La Ilustración es una vuelta al renacimiento, en la que se admira la cultura clásica y surge de nuevo la democracia moderna tras grandes revoluciones políticas como serían la Rev. Francesa de 1789, y las Revoluciones de 1820, 1830 y 1848 (Primavera de los pueblos). El primer filósofo moderno más influyente, Immanuel Kant (1724-1804) renovó totalmente el modo de pensar acerca de la filosofía, y sobre todo de este campo de la ética. Kant propone una ética procedimental, en la que no se señala cuales son las normas que se deben adoptar ni dice cuales son los fines de la vida de las personas, sino que su ética formal solo pretende determinar el procedimiento para la fundamentación de normas. Las tres preguntas de Kant se resumen en: ¿Qué puedo saber? (Crítica de la razón pura), ¿Qué puedo hacer? (Crítica de la razón práctica) y ¿Qué puedo esperar? (Crítica del juicio). Estas tres preguntas se resumen en una… ¿Qué es el hombre? Algo sin contestación científica totalmente verdadera. Entonces… ¿Qué se debe hacer?, ¿Qué condiciones debe tener una norma moral para que pueda obligar? Para empezar, la norma moral tiene que tener validez universal, es decir, válida para todo el mundo, sin excepciones. Toda ética que tenga preferencias subjetivas y no universales, no sirve para nada, como por ejemplo las éticas naturalistas, muy egoístas, y una norma moral no se puede basar en el simple interés. Por lo tanto este propone una ética procedimental, deontológica y formal, es decir, que nos lleve a actuar siguiendo los dictados de la razón, haciendo el bien porque es bueno en sí, y no por los caprichos personales que nos pueda dar. El procedimiento para saber si una actuación subjetiva es una norma moral es la universalizabilidad, el hecho de hacer lo que el deber te implante, y que lo que puedas hacer tú, lo pueda poder hacer todo el mundo. El sujeto, por lo tanto, debe ser libre para poder cumplir su deber, sin libertad no se puede realizar esta vida. La moral de Kant, en resumidas cuentas, es una moral del deber, lo bueno es cumplir el deber, hay que conocer los procedimientos para establecer qué es lo correcto o el deber en general, y no en casos particulares, hay que tener unos principios básicos del deber. A la vez que una moral del deber, la de Kant es una moral de la Intención, puesto que lo que de verdad importa es la buena voluntad sin importar en sí el fin, sino por el hecho de querer hacerlo bien. La ley moral fundamental es el Imperativo Categórico. Este imperativo kantiano representa el mandato objetivo que recibe la voluntad y afecta a toda ella. En este sentido, los imperativos son leyes universales. Al analizar los distintos tipos de mandatos imperativos, Kant distingue entre imperativos hipotético y categórico. Los primeros ordenan lo que ha de hacerse si se quiere alcanzar algo, y los segundos ordenan simplemente lo que hay que hacer para obrar bien. Un ejemplo bastante bueno sería el ejemplo siguiente: SI QUIERES APROBAR EL EXÁMEN, DEBES ETUDIAR, sería un mandato hipotético, mientras que el mandato categórico sería: DEBES ESTUDIAR. Según Kant, el imperativo moral es categórico, es decir, expresa el mandato o la obligación sin ninguna condición. El hombre lo reconoce y de esta manera se siente responsable ante él por ser libre. En este filósofo importantísimo, uno de los cuatro pilares de la historia de la Filosofía Universal, (Junto con Sócrates, Platón y Aristóteles), encontramos tres formulaciones:
Obra según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”, “Obra de tal manera que trates siempre a la Humanidad, sea en tu persona o en la de otro, como un fin y que no te sirvas jamás de ella como de un medio” y “Obra de tal manera que tu forma de actuar pueda servir como norma universal de conducta”.
Aunque Kant pasó la mayor parte de su vida enseñando en la universidad de su ciudad natal (Konigsberg), no por ello fue ajeno a los grandes acontecimientos de su época, como la Revolución Francesa, a la que saludó con gran entusiasmo e interés por considerarla un triunfo de la libertad del ser humano. En cuanto a la ética y a la política, Kant dijo que era necesario suponer una intención oculta de la Naturaleza, que dirige la historia humana hacia una evolución constante y progresiva de la razón y de la moralidad. El medio del que se sirve esta naturaleza es la insociable sociabilidad de los hombres, puesto que nunca ha habido paz total, ni hay, y sería un reto para el futuro que hubiese. La sociedad humana perfecta (Utopía) no será posible mientras no haya paz entre todos los Estados y Naciones del mundo en que vivamos."

Europa durante el siglo XV
Europa en el siglo XV