10 de marzo de 2013

El Vitalismo Nietzscheano: Nihilismo y Transvaloración moral.

Hola queridos lectores, en este artículo os voy a hablar sobre un filósofo muy rebelde del Siglo XIX, centrándonos en el aspecto más puramente moral al hacer un análisis sobre él y su VITALISMO. Nietzsche (Rocken 1844 - Weimar 1900) fue el creador de la Cultura Vitalista / Vitalismo y avanzó desde la filología hasta la filosofía, rechazó el positivismo y el racionalismo hegeliano-marxista (Cultura occidental tradicional) . Aludió a que los filósofos, por miedo a la vida, momifican la realidad negando la pluralidad y el movimiento que observan en los sentidos, y afirmando su carácter único y fijo, solo dirigible por el instrumento racional. Fue un fuerte crítico con la cultura de su contemporaneidad por este dualismo (Mundo material / Mundo inteligible) en el cual la razón predominaba sobre los sentidos, y esto estaba causado por todos los engaños del lenguaje. Él aludió a que cuando definimos algo, lo paramos hasta la próxima vez que hacemos un juicio sobre ello, es decir, que las palabras son una cárcel para la realidad. 

Propugna que el valor supremo del ser humano es la vida, y a él deben someterse el resto de valores, de tal forma que la primera norma de moralidad debe ser la voluntad de querer vivir. Defiende que hay que recuperar la moral originaria y primitiva, que no conoce ni el bien ni el mal, en la que es bueno todo aquello que hace libre al hombre y es útil para su bienestar psíquico, y malo todo aquello que lo esclaviza y lo somete a otros seres, ideas o normas. El idealismo expresa la decadencia del hombre, que desemboca en el nihilismo (Vacío existencial resultante de la negación de los valores tradicionales). La muerte de Dios es el fin de los valores antivitales de la tradición cultural platónico-cristiana. Pero el nihilismo da paso a la transvaloración moral, la creación de nuevos valores de amor a la vida. Esto será obra del SUPERHOMBRE. 

En la cultura vitalista simplemente se defienden dos tipos de morales (Esclavos y Señores). La moral de esclavos fomenta la humildad y la pobreza puritana en la que la persona se sumerge en el desierto del nihilismo, citado anteriormente (Estado de ánimo en el cual no se está libre de perturbación a causa de otros seres, tales como Dios, los cuales nos esclavizan al ser dogmáticos). La moral de señores es la llevada a cabo por los superhombres, los cuales tienen virtudes como la creatividad, la originalidad, la energía y el vigor que le define como una persona con un carácter desgarrado. Ese superhombre consigue esas virtudes al superar el desierto del nihilismo, y entonces rehabilita los instintos vitales, decidiendo y valorando todo desde su propia voluntad, una voluntad de poder y afirmativa. Para los señores, la bondad es la felicidad, y para los esclavos no queda otra que sentir resentimiento a causa de ser el débil frente a la vida. 

Frente al más puro idealismo filosófico, Nietzsche también toma sus modelos de la antigüedad clásica de Grecia: La tragedia. En esta tragedia que representaba el espíritu griego, se supo contrastar y equilibrar lo apolíneo (Luz, razón, orden, sentido…) y lo dionisíaco (Oscuridad, instintos, caos, azar…). 


La metáfora del camello, el león y el niño aclara muchas cosas. El camello representa la aceptación resignada de la carga (normas, creencias…), se transforma en león cuando toma conciencia de que la carga ralentiza su paso. El león aspira a la libertad puesto que destruye los valores que lo limitan, por tanto se enfrenta al deber y le vence, pero su fuerza no es creadora, puesto que se requiere la inocencia del niño (Más allá del bien y del mal). El niño asume el juego de crear y alumbra los nuevos valores vitales tomando el rol de Superhombre, lo cual es una UTOPÍA. El valor máximo es el amor, pero el amor a uno mismo, teniendo rebeldía y voluntad de autocontrol para hacer frente al hombre virtuoso de la filosofía griega o al amor al prójimo del cristianismo.



Friedrich Nietzsche (1844-1900)


" El loco,- ¿No oísteis hablar de aquel loco que en pleno día corría con la 
plaza pública con una linterna encendida, gritando sin cesar: ¡Busco a Dios! ¡Busco a 
Dios!? Como estaban presentes muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron a 
risa, ¿Qué te ha extraviado? -decía uno. ¿Se ha perdido como un niño? -preguntaba 
otro-. ¿Se ha escondido?, ¿tiene miedo de nosotros?, ¿se ha embarcado?, ¿ha emigrado? 
Y a estas preguntas acompañaban risas en el coro. El loco se encaró con ellos, y 
clavándoles la mirada, exclamó: "¿Dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado; vosotros y yo, todos nosotros somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quien nos dio la esponja para borrar el horizonte? 
¿Qué hemos hecho después de desprender a la Tierra de la cadena de su sol? ¿Dónde la 
conducen ahora sus movimientos? ¿A dónde la llevan los nuestros? ¿Es que caemos sin 
cesar? ¿Vamos hacia adelante, hacia atrás, hacia algún lado, erramos en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue 
el vacío con su aliento? ¿No sentimos frío? ¿No veis de continuo acercarse la noche, 
cada vez más cerrada? ¿Necesitamos encender las linternas antes del medio día? ¿No 
oís el rumor de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No percibimos aún nada de la 
descomposición divina?... Los dioses también se descomponen. ¡Dios ha muerto! "

Fragmento de su libro: La gaya ciencia.